«¿Quién es?», contesta Daniel. «¿Hablo con el señor Daniel?» responde, al otro lado del teléfono, una voz extrañamente conocida. «Sí, soy yo. ¿Quién llama?» «Buenas tardes hijo, soy el padre Jorge.» «Perdón -responde Daniel- se ha debido de equivocar. No conozco a ningún padre Jorge». Y escucha asombrado: «Bueno, el Papa Francisco».
“Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia. Estas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo”. “Ya hay gente trabajando para que todo se pueda resolver”.
Durante varios segundos Daniel no acierta a articular sonido alguno. Al otro lado, su interlocutor cree que ha colgado.
¿Sigue ahí? Hijo, serénate. He leído tu carta varias veces. No he podido más que emocionarme y sentir un dolor inmenso al leer tu relato. Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia de Cristo. Perdona este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido. Perdona, hijo mío, tanto dolor ocasionado y tanto como habrás sufrido. Estas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo. Cuentas con todo mi apoyo y el apoyo de toda la Iglesia.
Éste fue el diálogo entre el papa Francisco y un joven de España, profesor universitario, identificado para facilitar el relato como Daniel, que no es su nombre verdadero,había denunciado días atrás que había sido abusado sexualmente por sacerdotes durante su infancia y adolescencia.