El autor aboga por un gran acuerdo para enfrentar al Gobierno, pero en caso contrario, votará al menos malo. Las razones.
Ya lo decidí:
– a falta del mejor, al menos malo.
Es cierto que hay mucho por definir, todavía, respecto de las distintas opciones, como son: los resultados de algunas elecciones provinciales y municipales, los vicepresidentes, los programas, los debates –si se animaran los candidatos-, lo que pase en las PASO; pero ya hay algunos datos sobre la mesa que poco cambiarán.
Del lado de Cristina Fernández
Está claro que quiere quedarse, y que el candidato, de su sector, que mejor da en las encuestas es el ambiguo y sufrido Daniel Scioli, que a la presidenta no le gusta, como tampoco le fascina el otro, Florencio Randazzo, a quién apoya en la interna, para derrotar al ex motonauta –lo que es poco factible-, o, al menos, para debilitarlo.
Pero, Cristina, después que se frustró su reelección, ¿qué quiere? ¿Gobernar entre 2015-19 sin ser presidente?, ¿volver a ser elegida en 2019? o ¿evitarse molestias de la Justicia después de su mandato?
Para seguir en el gobierno, el mejor método le sería el del ruso Vladimir Putín, que alterna la presidencia y la jefatura de gobierno con Dmitri Medvédev –algo parecido a lo que intento Néstor Kirchner, su marido, con ella, que su muerte frustró- , lo que importaría que CFK sea la jefa de gabinete del próximo presidente, Scioli o Randazzo, y desde allí manejar el gobierno como ahora.
Si no quiere tomarse ese trabajo, lo mejor le sería seguir colonizando con incondicionales los tres poderes, la administración y las listas de futuros legisladores, y postularse en alguna candidatura testimonial para el Congreso o el Parlasur.
Esto, de lograrlo, le ayudaría, además, a retornar en 2019 o, al menos, sortear los procesos judiciales que hay en su contra o de sus allegados.
Del otro lado
¿Qué quieren Mauricio Macri y Sergio Massa?
– llegar a la presidencia, para lo cual lo mejor sería que se unan y disputen las PASO, o que Macri vaya de presidente y Massa de gobernador de Buenos Aires, con José Manuel De la Sota y Carlos Reutemann de vice o como acompañantes;
– cambiar el “modelo” o el ciclo de gobiernos peronistas; para lo cual hay que arriesgar, con la táctica de Macri y Lilita Carrió, de constituirse en la opción obligada de los que no quieren al candidato oficialista, o al peronismo, dejándolo a Massa y a De la Sota librados a su suerte; o
– intentar una alianza de candidatos, sectores y partidos, que se unan, antes o después de las PASO o de las dos vueltas electorales, para terminar con la “grieta” y constituir un gobierno de unidad nacional, que reconstruya la institucionalidad, haga posible el diálogo, devuelva la confianza en el país, en la democracia y en la economía; y, con un programa concreto de políticas de estado, nos permita en los próximos cuatro años, retornar de la experiencia populista para retomar el desarrollo de la Democracia Constitucional. Las metas a pactar, entre otras, podrían ser: educación de calidad e inclusiva, economía más humana y productiva; sin decretos de necesidad y urgencia, ni leyes de emergencia; legalizar los planes sociales; terminar con la pobreza, la concentración en Buenos Aires, la inseguridad, la corrupción, el narcotráfico y la trata de personas; volver a la cultura del trabajo, a la descentralización – redistribuyendo las competencias impositivas entre nación, provincias y municipios- , y volver a practicar una política internacional que con independencia nos integre mejor a la región y al mundo.
Lo último, parece imposible. No me imagino cómo y quiénes podrían concretar este Gran Acuerdo, que tiene algún parecido con lo que predica en el mundo S.S. Francisco. Pero, por qué no intentarlo en Argentina, aunque no sea fácil. Mi voto y mi apoyo, al menos, estarían asegurados.
Si no se logra esto, con resignación, votaré al candidato menos malo, que todavía no sé quién es.