La presidente Cristina Fernández de Kirchner reapareció este jueves en Casa Rosada cuatro días después de las elecciones y dio lo que pareció su primer discurso como líder de la oposición de un eventual gobierno de Mauricio Macri. A su lado sentó a su cuñada, Alicia Kirchner y a su ministro de Economía, Axel Kicillof. A pocos metros lo sentaron al Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, pese a que perdió la elección por la provincia de Buenos Aires tras 28 años de hegemonía peronista. Su presencia hizo contrastar aún más la ausencia de Daniel Scioli, el candidato presidencial del Frente para la Victoria, que obtuvo una victoria pírrica este domingo, al no poder sortear el ballotage con el candidato de Cambiemos, el próximo 22 de noviembre.
«Vamos a ir al ballotage» dijo la presidenta en un discurso ambiguo respecto de su propio candidato Scioli, a quien no nombró en ningún momento –una sola vez habló del “candidato de nuestra fuerza». De acuerdo con LPO, apenas hizo un par de referencias para decir que el ex motonauta sacó muchos menos votos que ella, interrumpiendo el proceso de crecimiento electoral del Frente para la Victoria en comparación a la progresión del voto desde 2003 hasta 2015. Desde luego, fiel a su estilo, no hizo ningún tipo de autocrítica en esta especie de discurso de despedida. Pese a ser la responsable del armado de las listas en el territorio bonaerense, donde perdieron sus candidatos Aníbal Fernández, Axel Kicillof, y Martín Sabatella –candidato a vicegobernador- entre otros dirigentes del riñón político de la presidente.
“Tengo el honor de ser la presidenta más votada después de Perón”, dijo Cristina, que advirtió que “no todos somos iguales”, en otra alusión indirecta a Scioli, pero que no quería “ver que se desmorone lo que costó años”. Tras retar indirectamente al gobernador bonaerense, por sacar 18 puntos menos que ella, Cristina tiró por la borda la promesa de campaña que hizo hoy mismo el gobernador desde Tucumán, desde donde anunció el 82 por ciento móvil para los jubilados. «¿Saben cuál fue una de las leyes que veté? El famoso 82 por ciento móvil, gracias a Dios, porque los argentinos no comen vidrio, saben que yo no les miento. Nunca voy a hacer algo que perjudique (al conciudadano)», aseveró Cristina.
Para colmo, la presidente aseguró que tiene “mucho respeto por el otro candidato en términos personales» y consideró que Macri «es agradable, simpático, le gusta como a mí bailar en los actos”.
Pese a los elogios, la presidenta se puso la campaña al hombro, con algunas críticas a Macri y su compañera de fórmula, Gabriela Michetti, aunque con un elocuente elogio a María Eugenia Vidal por ganar la provincia y a su esposo Ramiro Tagliaferro, que le ganó al sabbatelismo en Morón.
“Quisiera poder preguntarle a los candidatos que posición tenían con el matrimonio igualitario, buitres, YPF, cuando decidimos recuperar aguas argentinas», disparó Cristina.
«Los debates deberían ser acompañados con posiciones anteriores», advirtió la presidenta en relación al debate que pidió Scioli luego del domingo, tras haberse negado a participar antes de la primera vuelta. «Me gustaría que ese debate no solo estuviera signado por las palabras sino cada una de esas palabras tuvieran una apoyatura en un pasado reciente», indicó.
«Me voy a mi casa», finalizó Cristina, mientras los duros del gabinete como Oscar Parrilli y Aníbal hacían puchero por la melancolía de presenciar uno de los últimos discursos de su “Jefa”.
En un discurso de más de tres horas, la presidente le habló a la militancia K, insistiendo en que “no se confundan” y militen para que el 22 de noviembre, gane el kirchnerismo y el “modelo”, más allá de las diferencias –evidentes- con el candidato presidencial que ella misma eligió, al obligar a bajarse de las internas, al Ministro del Interior, Florencio Randazzo.